A mis 12 años, realmente no me importaban
mucho mis dientes, sí podía devorar una gran manzana mi fruta favorita, pero la
moda entonces era usar brackets, unos fierros enormes con muchas ligas de todos
colores. Yo estaba loca al desear que me colocaran tal aparato anti tecnológico en mi boca, ni siquiera comprendía que no solo era lucir una sonrisa adornada
con los colores que más me gustaran, pero era "cool" ver a alguien con brakets
hablando y cada abrir y cerrar de boca una liga de cada extremo se desplegara
como resorte. Sin contar que mi caricatura favorita en ese tiempo era “Dientes
de Lata”.
Mis papás nunca hicieron por
someterme a un tratamiento de ese tipo, no sé si fue por lo costoso o en
realidad no querían verme sufrir... temporalmente.
Como les dije, de cualquier forma a
mis doce años no me importaba mucho mi dentadura, pero todo empezó a parecerme
diferente conforme cumplí los 16 años más o menos, cuando empecé a convertirme
en un ser vanidoso frente al espejo, y me di cuenta que tenía dientes de
cocodrilo.
Si, sobre todo mis dientes
inferiores que eran super notables, filosos y volteados como si estuvieran
platicando unos con otros.
Entonces note la mordida imperfecta
que dejaba marcada en la manzana cuando la mordía.
Fue entonces que evitaba reírme a
carcajadas en público, porque me avergonzaba de mi sonrisa y tapaba con mis
manos la boca cada vez que reía, por lo que no era un ser libre de sentimientos
y emociones, mi sonrisa me daba poca seguridad al sonreír por ejemplo al niño que me gustaba o al salir en fotos casuales prefería salir como una persona seria.
La verdad nunca sufrí por las
muelas del juicio, ni por la mandíbula torcida o tronadora. Mi problema siempre
fue estético cosa que afecto mi autoestima gran parte de mi adolescencia.
Al conseguir mi primer trabajo ósea
mi primer sueldo (yo ya tenía 21 años) mi primer objetivo fue poder pagar un
tratamiento de ortodoncia ósea ponerme brackets con liguitas de colores.
Y así sucedió, acudí con el
dentista un Doctor bastante serio en su trabajo y muy estricto, con estricto me
refiero a que no atendía niños porque no le gustaba lidiar con movimientos
bruscos, lloriqueos y malos ratos. Me hizo el presupuesto y me dijo:
“aproximadamente en dos años tendrás tu sonrisa Colgate”, yo salí del consultorio
totalmente emocionada queriendo ver realizados de inmediato esos dos años de
espera.
En las primeras citas por mi tipo
de problema el doctor me extrajo 8 muelas, pueden creerlo, es lo peor que sufrí
en mi tratamiento, porque no me hicieron cirugía, solo me puso algo de
anestesia y con unas pinzas y un martillo gigante media hora en cada una hasta
que consiguió la raíz.
Quiero decir que sacar una muela es
un proceso traumático para el paciente, duele demasiado y sientes como te
martillan y truena tu muela. Entonces reconocí lo valiente que fui al no
escurrir ninguna lagrima, ni moverme como desahuciado en silla eléctrica.
Amaba cada cita al dentista puesto
que me pasaba toda la semana pensando en que color de ligas elegiría para
combinar con mi esmalte de uñas, mi maquillaje y mi ropa.
Es por esta dieta que todos
empiezan a notar que disminuyen tus cachetes, que te ves más delgada y la gente
no parece comprender muy bien por qué rechazas todo tipo de comida, cuando tú
lo único que haces es morir por poder comer justo todo lo que no puedes comer
como: chicharrón, Tortas, Tostadas, muchas más cosas y manzana.
Desde que inicie con el
tratamiento, tenía que partir la manzana en cuadritos para poder masticarla,
Así fue como creció mi ilusión de llegar al día en que pudiera ver mi mordida
perfecta marcada en una gran manzanota.
Durante el proceso, aprendes a
nombrar y a identificar tus dientes como deben ser: premolares, caninos,
mordida y cuando te encuentras a alguien más con brackets conversas sobre el
tema como almas gemelas; por tu mente pasan pensamientos como: ¿y si muero con brackets?;
Te acostumbras a durar 20 minutos lavando tus dientes y lo haces cada que comes
una galleta, sobre todo oreo, comida con cilantro, pan bimbo claro a parte de
lavarlos tres veces al día. Es fácil reconocer a una persona que se haya
sometido a este tratamiento. Los brackets se vuelven parte de ti y la gente lo
usa para describirte.
Se cumplieron dos años y en cada
cita a partir de ahí, yo preguntaba a mi dentista si ya estaban listos mis
dientes, el solo repetía frases como estas: “casi están listos”, “solo una cita
más”, “ya casi, no te desesperes”, esas frases duraron alrededor de casi otro
año. Así que decidí olvidar tal desesperación.
En una cita cualquiera casi para
cumplir tres años con tratamiento, el dentista me sorprendió diciéndome: "Alejandra
es hora de retirarlos"
Les cuento que uno de los sucesos
más importantes y por lo tanto felices de mi vida, fue cuando acudí con mi
dentista para retirarme los brackets. Cuando los quito, al verme en el espejo
sonreí y no me reconocía, fue como verme 100 veces más bonita de lo que me
resultaba diariamente, así que no pude dejar de sonreír a partir de ese día, me
sentía encuerada de los dientes, sentía que algo me faltaba.
Llegue a mi casa y fui directo al
espejo, pase el resto de la tarde sonriendo de mil maneras, era mejor que haber
comprado un vestido nuevo o unos tenis padrísimos, esta vez había comprado una
sonrisa.
Gracias al magnífico trabajo de mi
dentista me regreso la seguridad de sonreír a la vida, de no tener miedo al
hablar ni a enseñar los dientes, claro también es cosa de crecer y madurar,
puesto que una persona con dientes chuecos puede ser feliz a pesar de ese
defecto si se acepta tal cual.
Después de algunos años, me he dado
cuenta que la tecnología en estos ámbitos también progresa rápidamente, puesto
que no solo puedes usar brackets estéticos trasparentes, si no que existen
técnicas con mejores resultados en menor tiempo como implantes de dentaduras.
Ahora que tengo mis dientes
derechos y bonitos, me doy cuenta que es muy importante cuidarlos, lavarlos,
protegerlos y darles mantenimiento y claro darles uso sonriendo.
Y al fin logre la mordida perfecta
en la manzana.
Por: Ale Vivas