domingo, 19 de julio de 2015

BALÚ

Desde niña, siempre anhele tener un perrito en mi casa, mio. 
No lo tuve y aunque siempre estuve rodeada de perritos, en casa de mi Abuelita, de mis Amigas, de mis Tías, de todo Mundo nunca fue lo mismo.

Yo les rogaba a mis padres: Por favor, yo lo voy a cuidar, yo le voy a limpiar su popó, yo le voy a dar de comer, por favor déjenme tener un perrito, la respuesta siempre fue NO, claro, por muchas cosas razonables que yo nunca entendí. 

Sin embargo me resignaba cada vez con una tristeza de una ilusión perdida y yo decía: Cuando yo crezca y tenga mi propia casa, voy a tener no solo un perrito, tendré dos o tres, y los voy a querer mucho. Vaya, aprendí a vivir con eso y no, no me morí.

Pasaron los años, y mis hermanos y yo crecimos, empezamos a demostrar un poco más de responsabilidad en nuestras vidas aunque aun vivimos todos en nuestra casa de nacimiento.
Un día, llegue a mi casa después del trabajo, cansada y con ganas de brincar a la cama y sumergirme en ella, mi hermano me dice: Ale, ya tenemos perrito. Jajaja me reí incrédula y le dije: no estés payaseando, el me miro insistente y me dijo: Esta allá, arriba en el cuarto de mis hermanas ve a verlo si no me crees. ¡Por Dios, corrí tan rápido por los escalones saltando de tres en tres y llegue; Mis pupilas de agrandaron al ver semejante pirruña de perrito adorable recién nacido, Dios, cabía en la palma de una mano pequeña. Era hermoso y lo que más me hizo feliz es que era nuestro. No pude creer que mis papás medio aceptaran tener un perrito en casa por fin, mis hermanas lo tenían bien protegido porque se los regalaron recién nacidito porque según eso la mamá perra ya no lo quería, Junto con mis hermanas empezamos una guerra de nombres para poder elegirle uno: Tito, Clifford, Bebe, todo estuvo a votación, aun no lo desparasitabamos así que estaba chiquitito y bien panzón por lo que tuve la dicha de nombrarlo: BALÚ .

Como yo trabajaba fuera de la ciudad, yo llegaba a casa cada fin de semana y cada viernes lo veía grandisimo y más juguetón se me hacia imposible que creciera tan rápido, el me recibía bajando las escaleras y hecho todo un loquito de cuetería. Me llenaba el corazón de felicidad pura al ver que desde pequeño se ponía feliz de recibirme cada fin de semana, eso me encantaba y cada fin de semana saber que el estaría ahí y que lo vería más grande era un motivo para emocionarme y llegar a casa pronto.

 Mis hermanas todo el tiempo se encargaron muy bien de el, fueron las mejores mamás para el, le daban lechita en un biberón de muñeca, estuvieron al pendiente de sus vacunas, lo sacaban a pasear casi diario, le compraron su correa y le hicieron una cama maravillosa, así como su cobijita, lo bañaban entre más cosas, yo siempre dije que yo era su Tía, nunca me responsabilice de llevarlo al veterinario ni nada de esas cosas, más bien yo me especialice en chiquiarlo y jugar con el, porque eso sí, todos los día jugaba con el a quitarle su cobija, y a perseguirlo por toda la casa porque el me cucaba y le encantaba llamar mi atención paseando por todos lados mi ropa interior. 

Balú Fue el mejor Perro de mi vida, se con seguridad que Nunca, Nunca volveré a querer a un perrito como a el, aunque tenga otro, aunque pase y pase el tiempo. 


El nunca se dejaba abrazar, parecía jabón entre las manos, pero sin embargo tenia un cariño por todos, por todos, se volvía loco de amor cada vez que conocía a alguien.
Su mayor gusto era ir los Domingos al Rancho, parecía venado brincando por lo verde de la naturaleza.
Sus tesoros: su cobija que aunque nunca se tapaba con ella siempre la traía de aquí para allá, su muñeco (una bolsa con forma de perrito morado de los que traía la fea más bella de la novela), su patito de goma que al apretarlo sonaba y un muñequito blanco que una amiga una vez me regalo y que el se lo adueño.
Su postre favorito: el Mango
Sus Travesuras: Salirse y correr como chivo desbocado cada ves que abríamos la puerta, fue así como partió de nuestro lado, fue así como nos dejo con el corazón roto en mil pedazos.

Han pasado tres días, y llore, he llorado por su ausencia, pero ahora que escribo de él recordándolo en esto y muchas cosas que extendería mucho más esta entrada en el blog, siento que puedo quitarme este dolor de aceptar que murió y que lo perdimos, para convertirlo en el amor perruno más grande que puede caber en mi corazón.

Que puedo decir, Balú se gano los corazones de todos de mis papás, de mis abuelitos, de mis tíos, de mi familia, de mis amigos, de mi novio, de todo cuantos lo conocieron, cambio nuestras vidas por que el siempre fue una luz de amor en nuestro hogar.

Te extraño y eso no cambiara, Gracias mi BALÚ.

por:ALE VIVAS

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